La localidad de
Baños de la Encina, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1969, está
enclavada en los montañosos terrenos de Sierra Morena muy próxima al pantano del
río Rumblar. El noroeste de su término municipal forma parte del Parque Natural
Sierra de Andújar, que ha sido declarado zona de especial protección para las
aves.
La milenaria historia de la población, arranca en el
Neolítico con las
pinturas rupestres encontradas al norte de su término municipal, que son las
primeras huellas dejadas por el hombre. En el II milenio a. C. la minería
comienza en los yacimientos de Baños, ricos en cobre y bronce, que dieron lugar
a la formación de una organización social que continuó hasta la fundación de
Cartago. Existen diversas evidencias y de una manera destacada el poblado de
peñalosa, muy cerca de la localidad del cual se han realizado diversos
estudios arqueológicos. Durante el Imperio Romano se comenzó la explotación de las minas de
plata que decayó juntamente con el Imperio. Huellas de éste pasado minero lo
encontramos en El Centenillo, pedanía de Baños de la Encina.
Con el declinar de la minería se intensifica la explotación
agrícola, convirtiéndose, en la Edad Media, en un paraíso de agua y huertas. En
1225 Fernando III de Castilla toma posesión de la villa, convirtiéndose por su
estratégica situación, entre la Meseta y Andalucía, en una importante vía de
comunicación.
Durante
el siglo XV fue escenario de enfrentamientos entre el Condestable Iranzo y los
maestres de las Ordenes de Calatrava y Santiago, que reflejaban el
enfrentamiento entre la nobleza feudal y el Estado Moderno.
A finales del siglo XVII y principios del XVIII la villa toma un nuevo impulso
con la intensificación de la agricultura y la ganadería. Pero a finales de este
siglo de oro se producen una serie de acontecimientos que merman la riqueza de
la villa, en 1767 se esquilma su territorio para la creación de Guarromán,
Carboneros, La Carolina y Santa Elena, que nacieron por el Plan de Nuevas
Poblaciones de Sierra Morena; en 1835 la desamortización de Mendizabal, y en
1855 la Civil o de Madoz acaban definitivamente con el Bien del Común.