Bienvenidos a la Web de BAÑOS DE LA ENCINA: Uno de los rincones de Andalucía donde el tiempo ha sentido la tentación de detenerse, guardando celosamente durante siglos una personalísima riqueza monumental y una inigualable calidad paisajística. Adéntrese en estas páginas y descubra todos su encantos.

   

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ACTUALIZACIÓN 01/07/2009

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El término municipal de Baños de la Encina atesora una enorme riqueza arqueológica, muestra evidente de la diversidad de culturas que han pasado por estas tierras atraídas por la riqueza de sus yacimientos minerales, culturas que han ido configurando el carácter abierto y hospitalario del Bañusco.
    Es precisamente la calidad y variedad de estos yacimientos el argumento perfecto para invitar al viajero a iniciar un recorrido por lo más interesante de
estas culturas a través de la huella dejada por sus pobladores. Aunque las primeras evidencias de poblamiento en el entorno de Baños de la Encina aparecen en las terrazas fluviales del valle del río Rumblar (Galay, Santa Inés o Angulo) y están datadas entre los años 100.000 y 30.000 a. C., el primer foco de interés turístico de estas tierras lo constituyen la gran cantidad de pinturas rupestres, de arte esquemático, que se localizan al norte del término municipal, en todo el ámbito cercano a El Centenillo. Entre ellas cabe destacar las de Canjorros de Peñarrubia, o Cueva de la Moneda, uno de los yacimientos más importantes de Sierra Morena en este estilo, en la que abundan las figuras humanas alternando con las figuras de animales, con escenas de domesticación. Se pueden diferenciar tres grupos de pinturas en cuanto a tipología y estilo, lo que hace pensar que la cueva haya pasado por diferentes fases de ocupación. Otros de los sitios dignos de conocer son Los Guindos, Nava el Sach, Selladores, el Barranco del Bu, Rodriguero o El Puntal.
     La Edad del Bronce viene definida en la zona por una perfecta y compleja organización jerárquica del espacio en la cuenca media del río Rumblar con un evidente objetivo de racionalización de la actividad económica ligada a la actividad minera. Los estudios realizados han permitido documentar una estructura territorial que parece organizarse en torno a tres grandes poblados, de un tamaño superior a una hectárea, ubicados en espolones sobre el valle, del Rumblar, con hábitats en terrazas y con potentes sistemas de fortificación. Se trata de los poblados de La Verónica, que podría estar destinado a funciones de control visual de toda la cuenca, Peñalosa, que parece estar ligado al control de las rutas del valle, y el Cerro de la Obra, que tendría las funciones de control de acceso y salida de la cuenca, canalizando la distribución de productos hacia la cuenca baja. Es, por tanto, una sociedad perfectamente organizada, tanto social como espacialmente, en la que estos poblados funcionan como    
Centros de poder y el resto están subordinados a éstos, tanto económica como políticamente. las prospecciones realizadas en los últimos años han permitido subrayar la importancia de estas comunidades como la muestra argárica más septentrional de la Península.
      El otro momento de esplendor se produce en época ibero-romana, de nuevo ligado a la explotación de los yacimientos mineros de la zona. Los restos arqueológicos encontrados en la cuenca alta del río Rumblar y en la zona de Navamorquín revelan no sólo una explotación de envergadura sino también una completa organización de todo el distrito minero. En la zona de El Centenillo se han encontrado todo tipo de herramientas mineras, restos de los sistemas de evacuación de las minas, precintos de plomo, monedas de las diferentes épocas en las que las minas fueron explotadas, etc. Igualmente, hay restos de poblados (Tres Hermanas, Cerro del Plomo), fundiciones (la Fabriquilla, La Tejeruela) o fortificaciones (Escoriales, Salas de Galiarda). En concreto, resulta de interés la visita a las Salas de Galiarda -impresionante mina fortificada de origen íbero, de sillares graníticos perfectamente labrados, utilizada con posterioridad por los romanos y a la villa minera (la huerta del Gato) que descansa a los pies de las Salas, conjunto conocido como el segundo castillo de Baños de la Encina.
     A partir del Bajo Imperio la producción minera entró en decadencia y los pobladores del interior de estas sierras se vuelcan de forma intensiva a la actividad agraria en las zonas fértiles del valle. Buena muestra de esta época queda patente en los restos arqueológicos aparecidos en un lugar cercano a la ermita de la Virgen de la Encina. Se han documentado cinco fases constructivas bien diferenciadas, tres de ellas de época romana y las otras dos post-medievales, fechadas entre los siglos XV y XIX. La ocupación romana presenta el desarrollo de una villa, seguramente un pequeño asentamiento agrario del siglo 1 d. C., que se transformaría en un conjunto de mayor envergadura durante el siglo II d. C. Aparecen diferenciadas, en este caso, las zonas rústicas y urbanas, con elementos residenciales como un conjunto termal,
remodelado a lo largo del tiempo, y una necrópolis, fechada entre los siglos I y II d. C. La expansión de este asentamiento continuará hasta el siglo V, comenzando su abandono a partir de entonces, hasta que de nuevo volvió a ser ocupado en el siglo XV

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